¿ Recuperaremos
la confianza en los empleados de banca ?
Etimológicamente la palabra sicario deriva del latín “sica”
que era un puñal de punta aguda usado en Roma. El “sicari” solía
esconder la “sica” entre sus ropas y
apuñalaba a romanos o simpatizantes lamentándose después del hecho para escapar
de la detención.
Este vocablo, hoy tiene un significado distinto, actualmente
se emplea para denominar a asesinos a sueldo, que pueden actuar en solitario o
en grupo haciendo trabajos ilegales a
cambio de dinero.
Sicario sería el nombre adecuado para designar al empleado de banca de hoy, porque, si no todos, la mayoría han actuado
como sicarios a sueldo de los bancos
vendiendo a sus clientes a traición, las Participaciones Preferentes y demás productos de riesgo.
Los sicarios financieros,
han “asesinado” a muchas personas que confiaban en ellos y les han
ocasionado un daño físico, moral y psicológico irreparable. No es necesario un
cuchillo o un arma para matar a una persona, en esta sociedad de sutilezas y
guante blanco, también se puede matar con el engaño, la desprotección, la
estafa, el abandono, el mobbving, hasta
la falta de amor puede “matar” a una persona.
Hay quienes piensan de estos empleados irresponsables, por ser
“personas trabajadoras”, que son gente
honesta y merecen nuestro
respeto. Algunos los justifican diciendo que cometieron esta estafa por presión de sus superiores,
conseguir objetivos marcados por la cúpula y evitar poner en peligro sus puestos de trabajo.
Mi opinión sobre estos sicarios de la banca es muy distinta, llevar
a un 8,25 % de la población española a situaciones trágicas y
desesperadas e inducir al suicidio a algunas personas al no poder disponer de sus ahorros, no tiene
justificación alguna, y menos si es por cobrar una comisión.
Los sicarios de las Cajas manejan las operaciones de compra-venta de
estos productos complejos, por lo
tanto tienen libre decisión de colocárselo a uno u otro
cliente de la entidad dentro de los parámetros que la entidad les marca. El
empleado que atiende tras la mesa, es el que recibe la queja, la aceptación o
la insatisfacción de los clientes sobre los productos contratados. Las
Participaciones Preferentes, los swaps,
las primas únicas, los bonos patrióticos, los pagarés etc. son productos
financieros que no han satisfecho absolutamente a los clientes y sobre los que
de forma continua han expresado sus quejas, incluso han denunciando al banco y a sus directores
por su comercialización. Por tanto, los empleados sabían qué productos estaban
cumpliendo las expectativas del cliente y cuáles no.
Esta información, que debían haber trasladado al usuario
para que valorase la conveniencia antes de contratarlos, el sicario la ocultaba y
tampoco informaba del riesgo que podrían correr sus ahorros. Es evidente que la entidad sólo buscaba su propio beneficio por encima de los
intereses del cliente. Reservarse la información que perjudica al usuario y omitir la que beneficia al banco, es propio de
vendedores sin escrúpulos, estafadores y trileros.
Este engaño permitió
a estos empleados, cumplir con los objetivos
marcados y ganar sustanciosas comisiones que se sumaban a su sueldo a costa de
lo que perdiera el pobre ahorrador. Su
avaricia, y no la nuestra, fue lo que hizo que siguieran colocándolas a finales
del año 2011, asegurando que nuestros
ahorros no corrían peligro, cuando ya sabían con toda seguridad que estos
productos acabarían en un corralito. No sirvió de nada que los clientes
expresaran que en breve necesitarían su dinero, los sicarios siguieron
engañándonos.
A estas alturas, los
usuarios siguen contratando, sin saberlo,
productos sofisticados que los bancos y Cajas siguen creando, y que a la larga, al igual que las preferentes, les harán perder gran parte de sus ahorros
porque los empleados no informan convenientemente.
Empleados irresponsables y de tan escaso compromiso, demuestran que son incapaces de mantener una
relación humana con los demás y ven a las personas como un medio para sus fines, no como un ser humano con dignidad y derechos
que deben respetar. Este comportamiento que es más de un psicópata frio y calculador, que de un empleado de servicios, es lo que les
impide tener un trato humano con las
personas que han depositado en él su absoluta
confianza. Personas que actúan así, no
son dignas de lástima ni de respeto y la posición de victimismo que adoptaron
desde que estalló el problema de las preferentes, se parece más a la de un
sicario que a la de un trabajador honrado que busca la excelencia en su
trabajo.
No obstante, los trabajadores del sector no quieren
reconocer su parte de implicación en esta estafa y culpabilizan al sistema de
no depurar responsabilidades. Esto les ha llevado a promover algunas campañas
de concienciación ciudadana abriendo un blog, “Me declaro inocente”, creado por
empleados de este colectivo y promovido por la UGT ( Unión General de Trabajadores)
A partir de ahora, una demostración de lealtad a través de
su trabajo diario bien hecho y no de justificaciones vacías, será lo único que devolverá la confianza a los que la perdimos
por completo a causa de las participaciones
preferentes.
Luisa Vicente Santiago