Esta es la historia
de dos personas humildes, trabajadoras y ahorradoras, mis padres.
Quiero haceros saber
que cada euro que mis padres han podido ahorrar, era para ellos un tesoro, dado
que provenía del esfuerzo se su trabajo. Si alguna vez habían tenido una
entrada extra de dinero, procedía de desgracias como la perdida de un ser
querido, o la perdida de sus trabajos. No tenían estudios, dejaron de estudiar
muy jóvenes y se pusieron ha ayudar a sus familias, imaginaros pues lo
importante que era para ellos la palabra ahorro, ya que había sido en muchas
ocasiones lo que les había ayudado a superar problemas y por tanto nunca
hubiesen invertido dinero en ningún producto de riesgo y mucho menos del que
ellos no pudiesen disponer cuando surgían las dificultades, que dado la
situación que se produjo a posteriori, fueron muchas.
Mi padre se quedo en
paro, su empresa cerro en cuando la crisis solo había asomado un pie. Comenzó a buscar trabajo pero conforme la
crisis se agudizaba mas complicado se hacía todo, a pesar de ello mi padre no
desistía en la búsqueda y recorría cada polígono, oficina de empleo, ETT
estuviese lejos o cerca de nuestra localidad. Tenía mucha fuerza y no desistía
ningún día. El tiempo pasaba y tenía que compaginar esta búsqueda con paseos por el campo y horas de reflexión sentado en una roca de la
playa mirando el mar, para tener momentos de desconexión y seguir luchando.
Esto le tranquilizaba y como me decía, le hacía recordar que era feliz solo con
poder disfrutar de la naturaleza. Mas tarde mi hermano quedo en paro y fue
entonces donde la preocupación le hizo pensar más allá de su situación. Había
hecho cuentas y desglosado sus ahorros contabilizando cada euro y como podía
alargarlo si la situación no se arreglaba, ya que por su edad se le hacía mas complicado
encontrar empleo. Pero cuando mi hermano quedo parado su preocupación paso a,¿
como puedo ayudar a mi hijo?, y su búsqueda de trabajo se amplió también a la
búsqueda de un trabajo para su hijo, recomendó a mi hermano a todas las personas
y empresas donde iba, hasta en el paro, dijo: Hombre al menos sino tenéis un
trabajo para mi, pues para mi hijo que es joven y muy trabajador.
Esto le entristecía
mucho, pero rápidamente encontró una alternativa a los problemas de mi hermano
y los de él, disponer de sus ahorros para montar un negocio para los dos. Había
pensado el una panadería, una casa de comidas, un quiosco de chucherías, una
churrería móvil, los proyectos eran todos muy humildes pero le hacían soñar y sonreír,
dedicaba entonces su tiempo a mirar traspasos y coger ideas. Pero pronto esa
ilusión se vería de nuevo truncada.
Recibieron una
llamada del banco, para que pasasen por la oficina, con carácter urgente.
Llegaron allí sin saber que era aquello tan importante sin ninguna preocupación
ya que en ningún momento se imaginaron aquello que mas tarde les robaría el
sueño.
En la oficina le
atendió un empleado y les contó pues que os voy a explicar… lo que les han
explicado a tantas miles de
personas, que no podían disponer de sus ahorros ya que estaban invertidos en un
producto llamado PREFERENTES, es decir que el dinero de mis padres no eran otra
cosa que hojas de papel que firmaron engañados. Mi padre comenzó a gritar;
ladrones, devolverme mi dinero, quiero mi dinero ahora… a lo que el empleado
contestaba que no era posible. Grito y grito y siguió exigiendo la devolución
de sus ahorros, hasta que se dio cuneta de que el problema no estaba en el tono
de voz, sino que no le estaban escuchando. El empleado comento la posibilidad
de la recuperación de su dinero en plazos, al menos eso es lo que entendieron
mis padres, pero más tardes sabríamos que esto no era más que el famoso CANJE
DE BANKIA. Mi padre salió confuso, con rabia, miedo, sufrimiento, y miles de
sentimientos que son antónimos los unos de los otros. Antes de marcharse, paso
por la ventanilla para despedirse y disculparse con un empleado que les había
dado la primera noticia y se había puesto a llorar con ellos, le dijo que no se preocupase que él no tenía la culpa,
que entendía que simplemente era un pobre chico que habían puesto allí para
recibir las primeras reacciones. El chico volvió a empañar sus ojos, y le
agradeció su humanidad prestándole su ayuda. “Emilio esto que le han hecho a
usted no se puede hacer, tenga usted este teléfono y vaya a ver a estas
personas que le explicaran con detenimiento lo que le ha ocurrido y la solución
que le han propuesto, hágame caso y vaya” .
Cuando llegaron a
casa me llamaron para explicarme lo sucedido. Recuerdo perfectamente como me
sentí, habían robado a mis padres sus ahorros, mis padres las mejores personas
de mundo, los que me han protegido toda la vida y yo ahora no podía protegerlos
frente a semejante robo, mis padres dos personas en situación de paro
prolongado…
Les pregunte si
había alguna solución y me explicaron que habían entendido que si esperaban
unos plazos, se les devolvería su dinero en diferentes meses del año. Me mostré
ilusionado con la idea de que el problema pudiese tener algún tipo de solución,
aunque durante una temporada tuviésemos que ayudar a mis padres. Pero como todo
en esta historia no era mas que otro engaño.
Llamamos a aquel
número que el empleado les había dado, y rápidamente nos ofrecieron una cita.
Teníamos que saber ordenar todo aquel
mar de palabras sin sentido y totalmente desconocidas para personas
trabajadoras y humildes. Acudimos a aquella cita, junto con mi pareja, ya que
entendimos que cuantas mas personas, menos complicado sería entender aquello
que nos iban a explicar. Pero el problema no es que no entendíamos lo que nos
habían explicado, es que nos habían mentido, y para personas con la bondad de
mis padres, la mentira es un lenguaje que no entienden.
La verdad, de toda
aquella verborrea del banco, se resumía en
que habían sido victimas de una estafa bancaría, que lo que ellos habían
creído contratar, con su banco de toda la vida, con el director que conocían
desde hacía años y en quien confiaban, no era un plazo fijo, sino una inversión
en un producto tóxico, de riesgo que para nada les aseguraba su futuro ni su
supervivencia, ante su situación de desempleo. Seguimos, aquello que
entendieron como la devolución de su dinero en plazos de tiempo, no era otra
cosa que mover su dinero a otro tipo de producto, de características similares
que para nada les aseguraba la recuperación del 100% de sus ahorros.
Mi padre no pudo
esperar a estar solo para mostrar como se sentía y en el mismo despacho rompió
a llorar, intentamos tranquilizarle, pero estaba muy nervioso, pensé que salir
a la calle le ayudaría, pero empezó a sentirse peor. Tuve que ver a mi padre,
el carro de fuego que luchaba contra
olas de diez metros, apagado, derrumbado, hundido, estafado… Cada vez que lo
recuerdo siento un dolor inmenso, no podía ayudarle, él siempre había resuelto
todos mis problemas y me había puesto algodones cada vez que yo me caía, y
ahora yo no podía calmarle su llanto, no podía protegerle.
A medida que pasaban
los días, empezaba a darme cuenta de la magnitud del robo. No se trataba solo
de la pérdida del dinero, o mejor dicho, de los ahorros de dos buenas personas,
sino que nos habían robado mucho más, habían robado la estabilidad emocional de
mis padres. Los daños psicológicos empezaron a convertirse el físicos. Mi madre
dormía muchas horas, estaba decaída e incluso tuvimos que ir al hospital
victima de una crisis de ansiedad. Pero luego aprendió a confiar en los
abogados y al ver que mi padre era el que peor lo pasaba, decidió mostrarse un
poco mas fuerte al menos en determinados momentos en los que mi padre
necesitaba nuestros soporte.
Mi padre por el
contrario evoluciono de una forma cada vez más alarmante. Por un lado su
situación de paro le atormentaba cada vez más, seguía buscando esos momentos de
paz en la playa o la montaña, pero estos ya no le aportaban la tranquilidad y felicidad de siempre. Tenía problemas para
dormir por la noche y durante el día estaba extremadamente nervioso, fuimos al
medico, y mi padre rápidamente le proporcionó el diagnostico sin que el medico
tuviese que preguntar. Estoy en situación de paro prolongado y me han estafado
mis ahorros, el medico al escuchar esto, le dejo hablar durante todo el tiempo
que mi padre necesitó, asintió con la
cabeza y entendió todo aquel estado nervioso que le impedía seguir el día a día
con normalidad. Problemas de ansiedad por problemas económicos, esto era lo que
decía el informe. Pero si yo hubiese tenido que hacer mi propio informe, esto
es lo que hubiese puesto.
El paciente Emilio
Fernández Rodríguez, no es un paciente
cualquiera, es el amor de mi vida, es mi padre. Los síntomas de la dolencia
son, perdida de la sonrisa, perdida de ilusiones, perdida de los motivos que te hacen vivir
cada día con intensidad, perdida de las ganas de luchar, desilusión hacía el
sistema de vida y las personas que lo componen… Esto es lo que yo podía ver
cada día en mi padre, ya no veía al padre que lejos de darme la vida una vez,
me la dio dos veces, y fue el motivo de que yo pudiese sobrevivir en un momento
puntual de mi vida. No veía al carro de fuego que conseguía pasar por olas de
diez metros sin que se le apagase ni una sola llama, y lo peor de todo es que
no solo yo deje de verle así, sino que el mismo dejó sentir esa fuerza que le
caracterizaba y que le hacía tener la tranquilidad que su familia siempre
estaría a salvo, porque su fortaleza era capaz de acabar con cualquier
problema. Tengo una frase en la cabeza
que no me deja vivir. Un día mi padre, estaba llorando desconsolado, y me dijo,
hija, mi vida ya no me gusta, estoy todo el día paseando a la perrita, como si
fuese un jubilado, encima me han robado mis ahorros, y me cuesta mucho
encontrar momentos de felicidad con todo esto a las espaldas. Esto acompañado
de un sinfín de lagrimas que seguían apagando a mi carro de fuego y acompañado
de un temblor incesante en la mandíbula inferior, hicieron que yo también
perdiese la sonrisa. Desde ese día intentaba ayudar a mi padre con largas
conversaciones, pero de poco servían, había perdido la credibilidad en mis
palabras, porque ahora la vida tampoco tenía sentido para mí, mi héroe, la
persona por la que logré una vez sobrevivir hasta que puede también gracias a
él volver a vivir, no estaba, se había marchado, me lo habían literalmente
robado.
Con el tiempo,
conseguimos recuperar una parte del dinero, obligados por la necesidad
económica a aceptar el famoso canje y dejar el resto del dinero en mano de los
abogados. Pero mi padre decía que él no quería limosna, que él quería su
dinero, aquello por lo que el había luchado. Aquello le dio un poco mas de
tranquilidad, y la sensación que durante un tiempo tendría las espaldas
cubiertas, pero no le devolvió las ganas de vivir ni las ilusiones. El dinero
que había recuperado, ya no tenía el mismo sentido que sus ahorros, sus ahorros
significaban para el una nueva oportunidad, la oportunidad de poder montar ese
pequeño negocio, que ayudaría a él y a mi hermano a trabajar y volver a
sentirse útiles, tener ocupaciones, horarios, rutina, responsabilidades… y el
recuperar ese dinero solo significaba supervivencia y reunir fuerzas para la gran
lucha que tenía por delante. Pero mi padre ya había luchado mucho durante toda
su vida y el cuerpo necesita sentir la sensación de descanso, de saber que todo
va bien, y supongo que la mente de mi padre ya no tenía muchas fuerzas para
seguir a delante y mucho menos para seguir luchando. Hasta los más fuertes se
debilitan.
Al final esta
debilidad hizo que la última imagen que tengo de mi padre, sea dormido en su
cama, con su radio en la mesita, una radio que reparaba constantemente con
cinta adhesiva y gomas del pelo pero que
todavía seguía funcionando. Me recuerda mucho a él, se caía y dejaba de
funcionar a veces, pero luego siempre conseguía volver a transmitir las
sensaciones más bonitas de una melodía. Pero aquel día dejo de sonar y ya nunca
más podré escuchar música, porque lo que antes me hacía sentir emociones
bonitas ahora solo me hace sentir el horror de que nunca mas podré escuchar la
música que mi padre hacía sonar.
Respecto a la lucha
de mi padre, voy a intentar seguir con ella, pero para mi no es otra cosa mas,
que algo que tengo que hacer, ya que no existe ningún tribunal, donde pueda ir
a recuperar a mi padre.
A los que habéis
estafado a mi padre solo deciros que hay de una cosa de la que si os puedo
culpar abiertamente, de dejarme en la retina la imagen de un padre que no era
el mio, os culpo de haberle hecho llorar, de haberle robado el sueño muchas
noches, erais los responsables de guardar su dinero a buen recaudo, en teoría
una persona utiliza un banco porque dicen que tener el dinero en casa hace que
aumenten las probabilidades de robo, tiene gracia… Es la única vez que alguien
nos ha robado.
Dicen que el dinero
no tiene capacidad de dar o quitar la felicidad, y estoy de acuerdo, el dinero
solo tiene la capacidad de convertir personas en monstruos, pero los ahorros de
personas trabajadoras y humildes, que están pasando por esta terrible crisis
con muchas dificultades, si tienen la capacidad de hundir o realzar las
ilusiones y las ganas de vivir de
personas que solo quieren trabajar y seguir manteniendo su día a día con esas
pequeñas cosas que les hacen felices y les dan momentos de tregua ante esta
situación tan injusta que el pueblo Español esta viviendo.
Anabel Fernández
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